Enviado por Roberto Maumed Rodriguez mantillaa
Solamente la vida, la acción y el pensamiento de las personas unidas a la historia, generan contradicciones que se expresan en adhesiones y simpatías; también rencores y odios, felizmente estos últimos, en menor proporción। Esa es una característica de la vida de Víctor Raúl Haya de la Torre, líder y conductor del APRA, y hombre imprescindible de los acontecimientos históricos del Perú, desde 1919, hasta el día de su fallecimiento, 2 de agosto de 1979।
Nunca antes, quizá nunca después, el fallecimiento de un hombre volcó a toda una multitud a una enorme caravana fúnebre, desde su lecho de muerte en Villa mercedes, en Vitarte, el Congreso de la República, la Casa del Pueblo, local central del APRA, en Lima y luego todo un pueblo a lo largo de la ruta, Lima-Trujillo, su ciudad natal।
El viejo, como así lo llamaban sus compañeros de generación lo entregó todo a una causa: la construcción de un instrumento político y un ideal doctrinario al servicio de la liberación de todo un pueblo, hambriento de justicia y de reivindicación social। Víctor Raúl, encarna esas aspiraciones del pueblo, que sus opositores y quienes siempre tuvieron el poder, nunca lo lograron.
Por eso fue querido y odiado al mismo tiempo। Inició una larga lucha política y social, desde la Reforma Universitaria y por la 8 horas de trabajo en 1919, después vendrían la fundación de la Universidad Popular, la lucha por la libertad de conciencia en 1923, jornada en la cual un estudiante y un trabajador tranviario sacrificaron su vida sellando con su sangre la alianza de los trabajadores y los estudiantes, base de tantas jornadas de lucha social y política.
Pero el surgimiento de un movimiento continental latinoamericano al que denominó APRA, que fundó en México en 1924, mientras sufría las consecuencias de un obligado exilio, tuvo una repercusión devastadora para la clase gobernante del Perú y del resto de los países latinoamericanos।
Por primera vez surgía un movimiento político conducido por un joven, fruto del diagnóstico de la realidad, la cual a diferencia de otros, no la inventó, sino la descubrió, estudiando y analizando su proceso histórico y su grado de desarrollo en el que se encontraba, para sintetizar una alternativa de solución, de propuesta a la problemática de atraso, de marginación y de olvido que practicaban los gobernantes en contra de quienes formaban la inmensa población peruana y latinoamericana।
Haya, creció y fue grande por haber entendido al pueblo y al entenderlo pudo representarlo más que ningún otro. Y su partido logró convertirse en un mar de hombres y mujeres unidos por una sed de justicia y de amor por el Perú.
Haya, antes de partir al exilio en 1923, había escrito en su carta a los obreros de Lima, una proclama que con su vida lo convirtió en línea de acción y de combate permanente: «Represento un principio, un credo, una bandera de juventud। Agito y agitaré las conciencias hacia la justicia. Lucho por conducir la precursora revolución de los espíritus y maldigo con todo el calor de mi convencimiento a los explotadores del pueblo que hacen del gobierno y la política vil negociado culpable. Si he de marchar al destierro, algún día he de volver. Retornaré a mi tiempo, cuando sea llegada la hora de la gran transformación. Ya lo he dicho y lo repito: sólo la muerte será más fuerte que mi decisión de ser incansable en la cruzada libertadora que América espera de sus juventudes en nombre de la justicia social». (1)
Desde el fraude de 1931, de Sánchez Cerro y el fascismo a la cual representaba la Unión Revolucionaria, los golpes de Estado en el Perú, fueron en contra del APRA y de Víctor Raúl। Lo fue el golpe de Benavides, de Odría, Velazco y el último golpe de estado de Fujimori, fue contra el APRA, pero ya no contra Víctor Raúl, si no contra Alan García.
Desde la izquierda mariateguista, maoísta, troskista, guevarista, pequinesa, albanesa y moscovita, se le declaró una guerra implacable de odio, de venganza y rencor a Víctor Raúl। Y más por frustración e incapacidad de los dirigentes de estos pequeños partidos al no poder entender al pueblo, y ganarse su simpatía y cariño. El jefe del APRA, pudo llegar a la conciencia del pueblo, de allí su ventaja en el plano político con el resto de movimientos, organizaciones y partidos políticos.
Dice Pablo Macera, en su libro Visión Histórica del Perú: «la razón principal del triunfo aprista y del relativo estancamiento comunista puede también encontrarse en otras razones। En primer en que el APRA eligió un camino intermedio entre el frente popular multiclasista y el partido revolucionario de clase única. Haya de la Torre percibió, muy claramente, que no habiendo en el Perú una clase obrera numerosa, cualquier partido de masas tenía que apoyarse necesariamente en las bajas clases medias urbanas y el campesinado proletarizado de las haciendas costeñas, sobre todo de las plantaciones azucareras de la costa norte. En segundo lugar, el APRA aunque mantuvo relaciones con otros grupos políticos filiales en América Latina, no tenía mayores compromisos con la coyuntura política internacional; tuvo, por consiguiente una libertad de maniobras de la que no pudo gozar el Partido Comunista Peruano, obligado moral y políticamente a compatibilizar sus objetivos con los del movimiento revolucionario mundial. Frente al APRA y el comunismo la derecha peruana no tuvo otro recurso que los estados policiales y la rehabilitación del rol político de los militares». (2)
Los resultados para el Partido Comunista y los demás movimientos de izquierda fue catastrófica. Esa dependencia del exterior los condujo a errores de análisis y de diagnóstico de la realidad y por tanto, de acción; los llevó a un descalabro político que se resumía en rechazo del pueblo a su proyecto político y un empequeñecimiento de su organización. El APRA, logró ser un partido de masas y eso, es uno los éxitos más grandes de Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador y jefe de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, que se expreso en el Perú, como Partido Aprista Peruano.
(1) COSIO DEL POMAR, Felipe. VICTOR RAUL, Biografía de Haya de la Torre. Ediciones Enrique Delgado Valenzuela. Lima. 1977. Pág. 213.
(2) Macera, pablo. VISION HISTORICA DEL PERU, del paleolítico al proceso del 1968. Editorial Milla Batres. Lima. 1978. Pág. 234, 235.
Cuando parecía que un pacto entre los "jorgistas" y los "cuarentones" lograría definir a la nueva conducción del Partido Aprista, Mauricio Mulder dijo presente y volvió a postergar el Congreso Nacional. Ante ello, la voz del histórico Armando Villanueva del Campo vuelve a rugir desde sus cuarteles de invierno, tanto para recordarle al secretario general sus deberes como para fijar posiciones ante el falso izquierdismo de los que se proclaman nacionalistas.
