No hay lugar para corruptos

Sin duda que el golpe cobarde y traidor de los audios León-Quimper nos destroza el alma, tan solo pensar, que mientras el 80% de los peruanos se traga las uñas para saciar el hambre, unos miserables de saco y corbata se aprovechan del poder para reírse de los pobres.

Sin embargo, no por ello debemos caer en el extremismo totalitario, sean estos de derecha o ultra izquierda. En momentos muy dolorosos como el que vivimos, lo primero que debemos tener es calma y empezar a construir un tejido social que nos reagrupe, que nos permita expresar nuestros ideales y por encima de todo, que seamos actores principales de la transformación que la patria necesita.

Para lograr ello, debemos fortalecer las actividades de Vigilancia Ciudadana. La corrupción que ha brotado como pus, luego de escuchar los audios, no es nuevo, esto se teje en el día a día en cada una de las dependencias del estado, llámense gobierno local, regional o nacional. Ahi es donde apristas o no, muchas veces ven una oportunidad maligna para embolsilcarse unos cuantos soles, sin importarles los costos y sin sabores que pueda tener para los pobres, la sociedad y la clase política.

Pero ese mismo germen maligno se encuentra en cada uno de nosotros: En él que no respeta la puntualidad para cumplir con los compromisos adquiridos; en él que la honestidad no significa nada y corrompe al servidor público con dádivas para obtener algún beneficio; en él que, a sabiendas que su pueblo lo necesita, no esta presente en la toma de decisiones y al final permite que el poder otorgado a las autoridades, se convierta cheque en blanco para hacer lo que quiera y que después, la corrupción termina pasándonos la factura.

Participación, ya no solo para proponer y aprobar, sino también para ejecutar. Las grandes obras no son producto del azar, son un constante sueño e imaginación que convierte ese ideal en feliz realidad, pero ello, solo se logrará cuando la población se empodere de sus acciones, haga suya la propuesta y se comprometa en ejecutarla de comienzo a fin.

Nosotros hemos elegido a un presidente o alcaldes, no para que gobierne un año ni dos, lo elegimos para que nos gobierne los cinco o cuatro que dura su mandato, entonces nuestro deber como ciudadanos para evitar la podredumbre, es estar en nuestras trincheras de la sociedad: En la junta vecinal; en la asociación de comerciantes; en el sindicato de trabajadores; en las actividades de promoción social que haga la municipalidad u otra organización, Debemos exigir que las cosas se hagan bien y trabajar por el ideal de Pan y libertad.

Para lograr poner en práctica estos ideales, debemos impulsar el desarrollo humano de nuestros pobladores, En la medida que ellos desconozcan los tiempos nuevos al que estamos ingresando como producto de la globalización y modernización del estado, seremos presa fácil del descontento, de los agoreros de desgracias, de los felones, que se aprovechan de la pobreza e ignorancia, de la humildad y la confianza de un pueblo que quiere salir adelante